A Journey of a thousand miles....: El Dejar Ir A Mi Historia -La sanación del Niño Interno

May 26, 2010

El Dejar Ir A Mi Historia -La sanación del Niño Interno


Miércoles, 26 de mayo 2010


Nuestra historia es lo que a menudo equivocadamente nos referimos como “nuestra vida”. Los capítulos de los cuales están llenos de nuestras experiencias pasadas, nuestras decepciones, nuestras penas, nuestras heridas, y nuestras creencias. Los personajes dentro de esa historia son aquellos que hemos amado y nos han amado, y los que nos han herido y a su vez nosotros hemos herido. Estos capítulos son unidos y nos referimos a ellos una y otra vez como un manual de referencia sobre cómo vivir nuestra vida. Nos aferramos a ella con fuerza sin darnos cuenta de las limitaciones que nos imponemos atreves de lo que estamos haciendo.



Es nuestra historia y las páginas de nuestra historia nos definen y nos dan un sentido de quiénes somos. Siempre que nos enfrentamos a una nueva situación en la vida, sin darnos cuenta, la enfrentamos de la misma forma. Nos referimos al manual de referencia llamado "Mi Historia" para saber cómo responder. Nunca nos atrevemos a mirar más allá de lo que fue, con el fin de ver lo que podría ser.



Finalmente llegamos a un punto en nuestro viaje en el que nos sentimos "atrapados". Tenemos el deseo de ir más allá de nuestras limitaciones, pero nos sentimos incapaces de hacerlo

.

Para mí ese punto lo alcance hace unas semanas y me lleno de desesperación. Sabía lo importante que era dejar de lado mi historia, o como Eckhart Tolle se refiere a ella "encontrar la vida debajo de mi situación de vida", y con toda honestidad, yo creía que ya lo había hecho. Yo había dejado de utilizarla como excusa de porque mi vida era como era hace mucho tiempo. O al menos es lo que yo pensaba.



Empecé a ser muy consciente del hecho de que había algo dentro de mí que me manejaba que yo no podía identificar, ni tenerle acceso. Mis anhelos espirituales, aunque grandes, se veían obstaculizados por una fuerza invisible que no podía controlar. Mi mente estaba corriendo su propio programa.

Así, la semana pasada me retire del mundo y viaje dentro de mí en un esfuerzo para sanar mi vida y eliminar los obstáculos que se interponían en el camino de la verdad. Y me lleve una gran sorpresa al ver que el primer obstáculo que tenía que enfrentar era, "mi historia". Todavía estaba allí!! Mi negación no la había hecho desaparecer. Simplemente se escondió en las sombras, y aún marchaba en mi vida de forma autónoma. Y ahora, lo único que podía hacer era hacerle frente, pero de una manera en que nunca la había enfrentado antes. El contar mi historia como lo había hecho en el pasado había significado que lo único que hacía era proyectarla hacia el exterior y la simpatía y la compasión que recibía reforzaba el hecho de que yo era en realidad una víctima. Para realmente enfrentar a mi historia tenía que "sentirla", sentir cada parte de ella que todavía existía dentro de mí y controlaba mi vida. Fue muy inquietante, pero con la dulce voz del “amor” guiándome a cada paso del camino, encontré la fuerza y la voluntad para moverme a través de mi dolor.

La mayoría de nosotros nunca tenemos la oportunidad de hacer esto. Enterramos el pasado en un esfuerzo para poder seguir adelante con la vida, y esperamos y rogamos que se quede enterrado. En suprimirlo, lo que estamos haciendo en realidad es negar nuestras emociones, nuestros sentimientos reales, y en el largo plazo la creación de más problemas en nuestras vidas. Para algunos de nosotros este comportamiento es el resultado del miedo, para otros es el resultado de nuestro condicionamiento. Se nos enseña que mostrar o expresar nuestras emociones está mal. Simplemente no nos damos cuenta de el daño que nos hacemos a nosotros mismos en esta negación. Emociones reprimidas requieren un montón de energía para mantener en su lugar y como resultado sufrimos los efectos de nuestras acciones de una manera física que resulta en enfermedad, depresión, ansiedad, dolores de cabeza, fatiga y por supuesto, enfermedades como el cáncer. Negar nuestras emociones nos lleva a mal-estar.



Me di cuenta durante el transcurso de la semana que si yo realmente quería sanar mi vida, entonces tenía que enfrentarme yo misma por completo y dar salida a todo lo que estaba en el camino de mi libertad. Sólo haciendole frente a lo que yo había negado durante tanto tiempo pude entender completamente el comportamiento que yo había puesto en marcha con el fin de "sobrevivir" mi dolor. Con el fin de descubrir la verdad de quien soy, tuve que entender primero quien no soy. Y así con cada máscara falsa que me pelaba, me acercaba cada vez más a la esencia de mí ser.

Pero para llegar allí necesite viajar a través de la rabia, el resentimiento, el miedo y la tristeza. Fue un viaje difícil, y los efectos de lo cual no los sentí solamente en mi psique, sino también muy profundamente dentro de mi cuerpo físico donde sentí dolor y enfermedad. Todo esto lo llevaba dentro de mí, toda está toxicidad que no había dejado lugar para la felicidad, la paz y la alegría que tanto deseaba, pudiese entrar y tomar su lugar.



Al enfrentar estas emociones y permitirlas a que subiesen a la superficie, temí que me iban a consumir y que nunca sería capaz de dejarlas ir. Pero yo no tenía de qué preocuparme, porque muy suavemente el Amor me tomó de la mano y me acompaño a nuestra siguiente parada en el viaje, el "perdón" y ahí fue que mi curación comenzó de verdad. Ahí perdone a toda persona que sentí que me había herido de alguna manera, tanto vivos como muertos, ya su vez les pedí a los que yo había herido que me perdonaran a mí. La pesadez en mi corazón empezó a levantar. Pero el acto más profundo y transformador del perdón que tuve que enfrentar fue el perdonarme yo misma. Resistí por un tiempo hasta que me di cuenta que hasta que me liberara yo misma de la prisión de la culpa, yo no sería verdaderamente libre. Mis lágrimas fueron como una válvula de escape que alivió toda la presión que había llevado dentro de mí durante tantos años. Me sentí tan increíblemente liviana. Tan libre.



Y de repente, mi historia desapareció. Yo podía recordarla si quería, pero ya no era "yo". Y viendo que no era yo, el aferrarme a ella ya no tenía sentido. El descubrimiento más hermoso de este viaje de sanación fue encontrar la joya que estaba escondída debajo de todo el dolor. Esa joya por supuesto fue el "Amor”. Ese amor dentro de mí me permitió ver que cada persona está en su propia etapa de su viaje, y con ese regalo llegó la aceptación. Ya no necesito que “ellos” cambien, ahora soy capaz de amarlos por quienes son. Nada fuera de mí tiene que cambiar. "Todo" existe dentro de mí. He descubierto mi esencia, mi verdadera voz, mi luz, mi amor. Y ahora doy un paso adelante y comienzo a vivir mi "verdad".

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